8.10.12

Sor Marcela de San Félix. ¡Oh cuánto pierde quien pierde el preciosísimo tiempo!

¡Oh cuánto pierde quien pierde
el preciosísimo tiempo!
¡Oh cuánto gana quien gana
sus instantes y momentos!
Toda la plata y el oro   
y diamantes de más precio
no valen lo que un instante
que se gasta para el cielo.
¡Oh tiempo, riqueza suma
a quien te estima! Yo creo 
que ni un solo respirar
no le exhale sin provecho.
¡Oh infelicísima vida
la que he gastado sin miedo
de la cuenta que he de dar 
del instante más pequeño!
Las coronas y las mitras,
y aun las tïaras, es cierto
que son la misma desgracia
si desperdician el tiempo.
¡Oh si licencia les dieran1
a los que gastaron, necios,
el tiempo, sin granjear
que volviesen a sus cuerpos!
Con provechosa codicia, 
divinamente avarientos,
guardarían los instantes
como antes los dineros.
Para adquirir y ganar
vivimos este destierro,     
y nuestros censos y juros
son los espacios del tiempo.
Depende una eternidad
de solo un instante incierto:
¿Pues cómo se pasa instante
sin dar pasos a lo eterno?
¡Oh si me diesen a mí
tiempo en que llorar el tiempo
que tan sin cuenta he gastado
todo lo mejor del tiempo!
De mi tiempo mal gastado,
Dios mío, [a] aquel tiempo apelo
que dispuso tu piedad
el que yo llegase a tiempo.
A sus vanas alegrías  
llama el malo pasatiempos,
y tiempos que así se pasan
traerán tristeza a su tiempo.
¡Oh si todos entendiesen
el que no es ahora tiempo
de gozar! Que al padecer
sea dedicado este tiempo.


De la Antología de Poetisas españolas
Tomo I: hasta 1900
Selección de Luzmaría Jiménez Faro

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