8.2.13

Carmen Martín Gaite. El balneario

   Hemos llegado esta tarde, después de varias horas de autobús. Nos ha avisado el cobrador. Nos ha dicho en voz alta y, desde luego, bien inteligible: "Cuando lleguemos al puente pararemos para que puedan bajar ustedes." Yo incline la cabeza, fingiendo dormir. Carlos respondería lo que fuese oportuno; él se levantaría primero y bajaría las maletas, se iría preparando camino de la puerta, me abriría paso cuidadosamente a lo largo del pasillo, pendiente de sujetar el equipaje y de no molestar a los viajeros, se volvería a mirarme: "Cuidado, no tropieces. Me permite..., me permite..." Y yo solo tendría que seguirle, como en un trineo.

Principio de "El balneario"

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