30.4.13

Victoria Ocampo. Anna de Noailles y su poesía

Hay en ella algo de angelical y de terrible. Algo como una fragilidad hecha de acero. Al mirarla se ven ante todo dos cosas: sus ojos desmesurados y los movimientos de sus manos, pequeñas, delgadas, muy pálidas. Al ver sus ojos, dice uno para sí: Dios mío, que fuerte! Al ver sus manos: Dios mío, que débil! Pero ya ha empezado su charla locuaz y voluble, y es una nueva Anna de Noailles la que voy a descubrir; una nueva Anna de Noailles la que, para mí, entra en escena.
   
De "Testimonios
Primera serie: 1920-1934"

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