He aquí la orilla de la eternidad,
aquí murmura a su paso la corriente,
y la muerte roca en los arbustos
su misma monótona melodía.
Muerte, por qué te quedas silenciosa?
Hemos venido desde tierra lejana
y estamos sedientos de escuchar,
no tuvimos jamás una nodriza
que supiese cantar como tú.
La corona que nunca adorno mi frente
la deposito en silencio a tus pies.
Tú me mostrarás un país maravilloso
donde las palmeras son altas,
y donde entre hileras de columnas,
los deseos se precipitan en oleadas.
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