Estos vientos contrarios y tan fieros
que a las olas golpean en las rocas,
son cual de mi enemigo el gran orgullo
contra mi alto y mi firme pensamiento.
Y esas hórridas nubes tan sombrías,
donde la tempestad más se enardece,
son como mis congojas pesarosas,
contra mi paz guerreros desalmados;
y la cansada y débil navecilla
que trunca está de mástiles y jarcias,
sin timonel entre terribles ondas,
como mi alma afligida, y de su estrella
privada y separada de su anhelo,
cuando el cielo su luz al alma esconde.
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