Madame Adrienne Farival no anunciaba nunca su llegada, pero las buenas monjitas sabían muy bien cuándo esperarla. Cuando la fragancia de las lilas empezaba a impregnar el aire, Sor Agathe se acercaba muchas veces a la ventana a lo largo del día, con la expresión feliz y beatífica en la cara con que las almas puras y simples esperaban la llegada de aquellos a los que aman.
De "Lilas"
uno de los relatos de "Fin de siècle: relatos de mujeres en lengua inglesa"
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