27.5.14

Renée Vivien. Lasitud

Me dormiré esa noche con dulce y largo sueño.
Cerrad los cortinajes, que no se abran las puertas.
No dejéis, ante todo, que entre el sol. Y poned
en torno a mí una noche saturada de rosas.

Posad en la blancura mullida de la almohada
esas flores mortuorias de perfume obsesivo.
Ponerlas en mis manos, la frente, el corazón.
Esas pálidas flores como de cera tibia.

Y yo diré muy bajo: "Nada mío perdura.
Mi alma reposa al fin. Tened piedad de ella.
Respetad su descanso por toda eternidad".
Me dormiré esa noche con la más bella muerte.

Que se deshoje flores -blancos nardos y lirios.
Que calle, en el umbral de las puertas cerradas,
el eco persistente de los viejos sollozos.
Ah, la noche infinita, empapada de rosas!

De "Cenizas y polvo"

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