20.8.14

Renée Vivien. El cohete

Vertiginosamente, subía hacia las Estrellas...
Mi orgullo saboreaba el triunfo de los dioses
y mi vuelo rasgaba, nupcial y jubiloso,
los velos de tinieblas de una noche de estío.

Y un fugitivo beso de amor selló mi enlace
con la Noche: violetas adornaban su pelo,
y flores de tabaco me abrían sus corolas
de marfil, donde alientan los recuerdos dormidos.

Ante mí se extendía la Pléyade divina...
Entraba en los dominios del Eterno Silencio
cuando estalle, como un deslumbrante arco iris
que esparciera fulgores de oro, ónice y jade.

Era el sueño truncado, el rayo que se apaga...
Tras conocer el ímpetu y el ardor del combate,
la victoria y el crudo horror de la caída,
Fui el astro abatido que se abisma en la noche.

De "Evasiones"

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