quien puede verse junto a ti sentado,
feliz si goza tu palabra suave,
suave tu risa!
A mí en el pecho el corazón se oprime
sólo en mirarte; ni la voz acierta
de mi garganta a prorrumpir; y rota
calla la lengua.
Fuego sutil dentro de mi cuerpo todo
presto discurre; los inciertos ojos
vagan sin rumbo; los oídos hacen
ronco zumbido.
Cúbrome toda de sudor helado,
pálida quedo cual marchita yerba,
y ya sin fuerzas, sin aliento, inerte,
muerta parezco.
De la antología "Breviario de los sentidos"
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