16.9.14

Edith Wharton. La tragedia de una musa

A Danyers le gustaría luego imaginar que había reconocido en seguida a la señora Anerton; aunque, por supuesto, era algo absurdo, pues jamás había visto un retrato de ella -guardaba el más estricto anonimato, y negaba su fotografía incluso a sus más allegados-, y a la señora Memorall, a quien veneraba y cuya amistad cultivaba, sólo había logrado sonsacarle una frase impresionista: "Bueno, ella es como uno de esos viejos grabados en los que las líneas sustituyen al color".


Principio de "La tragedia de una musa"
De "Cuando se abrió la puerta"

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