4.10.14

Anne Sexton. La furia de los Huesos Hermosos

Cántame un tordo, hueso.
Cántame un nido de taza y mano de mortero.
Cántame unas mollejas para un viejo abuelo.
Cántame un pie y un pomo, porque eres mi amor.
Oh, canta, hombre saco de huesos, canta.
Tu cabeza es lo que recuerdo de aquel agosto,
estabas enamorado de otra mujer pero
eso no importaba. Yo era la furia de tus
huesos, tus dedos largos y rústicos, tu
frente un beicon, desnuda como mármol y yo te preocupaba
como un olor porque no habías olvidado bastante,
hombre saco de huesos, ajo en el North End,
el libro que dedicaste, desnudo como un pez,
desnudo como alguien ahogándose en su propia boca.
Me pregunto, Míster Hueso, qué estás pensando
ahora sobre tu nueva furia, pudriéndose como una ballena hundida,
arrastrándose por el alfabeto sobre sus propios huesos.
Estoy aún en tu oreja cantando canciones en la lluvia,
yo la del estertor de la muerte, yo la de las magnolias,
yo la de las tabernas de serrín a las afueras de la ciudad?
Las mujeres tienen huesos encantadores, brazos, cuello, muslo
y los admiro también, pero tus huesos
desbancan la hermosura. Son los que sin embargo
se rompen y se recomponen. Simplemente no puedo
responder por ti, sólo por tus huesos,
curvas reglas, curvos codos, curvos polos,
entumecidos meollitos, la espalda de azúcar.
Siento el cráneo, Míster Esqueleto, viviendo su
propia vida en su propia piel.

De "Los cuadernos de la muerte"

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