permanezcamos acostados silenciosos un momento uno junto al otro
para ir saliendo poco a poco de la alegría
refrescados por su caricia
que flota en la estancia
como soplos de viento
Escuchemos el eco de las palabras
que se desvanece en un silencio ronroneante
Haz que en este silencio dediquemos a nuestro instante
un ruego para que vuelva
con su fulgurante alegría
No abandones nuestro momento tan pronto
no tornes enseguida tu cara
hacia el reloj torcido del tiempo
Afuera el mundo siempre permanece
pero nuestro instante
(que está basado en la ley cruel del encuentro:
la amenaza cortante de la despedida)
quizás nunca encuentre su retorno.
De "Ala"
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