1.12.15

Margaret Randall. Una joven americana en Italia, 1951

Sobre una fotografía de Ruth Orkin

La joven que camina sola
desafía a toda una acera en alguna ciudad de Europa
en los años 50.
El espectador piensa en París o en Roma
seducido por el mantel blanco
de la mesa de café,
por la pequeña Vespa o Lambretta lista para partir en el bordillo,
por un toldo o una planta colgante, por las borrosas letras
de un nombre ilegible en la sombra.

La joven americana en Italia de Orkin
ya es historia
y así no tengo nada que adivinar.
Mi cuerpo bien sabe
que los hombres nunca se avergüenzan
de mirar de soslayo como en esta foto.
Todos los rostros masculinos
vueltos hacia la mujer
que podría haber sido yo en aquel entonces.

Los mismos dedos crispados
sobre la estola con flecos
que lleva en la mano derecha
apretada contra el clásico collar.
El mismo agarrar pálido
del gran bolso de cuero en la izquierda.
Las mismas sandalias de correas, el mismo pelo
recogido hacia atrás, hosca la mirada
que trata de disimular el miedo.

De los quince hombres que hay en la imagen
sólo tres no asaltan con sus ojos
a la mujer.
Miradas de soslayo, sonidos groseros,
vilipendios, insultos, su asumida posesión
es "una cuestión cultural". Los demás se ríen

u observan a la mujer con la cámara
que se atreve a recordar ese momento
para uso nuestro. En esta fotografía
ella es la fuerza invisible, la que cuenta
la historia.




En "Esto sucede cuando el corazón de una mujer se rompe"