Cuando el gran resplandor por el oriente
levanta el negro manto de la noche,
y al hielo y sombra fría de la tierra
los disuelve y ahuyenta con sus rayos:
con las primeras cuitas, que mi sueño
mitigó dulcemente, ahora me oprime:
arroja sombra en todos mis placeres
cuando en todos los otros la levanta.
Así me fuerza la enemiga estrella
a escapar de la luz y amar lo oscuro,
a odiar la vida y desear la muerte.
Luce en los míos si a otros ojos ciega,
porque se abren las puertas, sí los cierro,
a la ocasión que hasta mi sol conduce.
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