duermen los extraviados,
abajo, en los pasadizos del trueno,
pero donde nosotros estamos, está la luz.
Tenemos los brazos repletos de flores,
mimosas reunidas durante años;
destellos de oro caen de puente en puente
sin aliento en el río.
Fría es la luz,
más fría todavía la piedra ante la puerta,
y de las tazas de las fuentes
ya se ha apurado la mitad.
Qué será si, de añoranza
aturdidos hasta el cabello al viento,
nos quedamos aquí y preguntamos: qué será
si arrostramos la belleza?
Sobre el carro de luz alzados,
también despiertos, nos encontramos extraviados,
arriba, en las calles del genio;
pero donde nosotros no estamos, está la noche.
De "El tiempo postergado"
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