24.10.16

Carolyn Forché. El recuerdo de Elena

Pasamos nuestra mañana
en los puestos de flores contando
las lenguas oscuras de las campanas
que cuelgan de las sogas esperando
el silencio de una hora.
Encontramos mesa, pedimos paella,
sopa fría y vino, una luz
calma tiembla desde el pasado.

En Buenos Aires sólo hace
tres años, por última vez su mano
se deslizó bajo el vestido de ella, ella con perlas
frescas alrededor del cuello y campanas como
éstas, cincelando la noche.

Mientras ella habla, el trote hueco
de un caballo, el sonido
de huesos entrechocándose.
Llega la paella, un fondo de arroz
y camarones, dedos y conchillas,
los labios de aquellos cuyos labios
fueron arrancados, mejillones
del suave azul de una fractura expuesta.

Esto no es paella, esto es lo que
ha quedado de aquellos que permanecieron
en Buenos Aires. Éste es el sonido
del disparo de un rifle en las rocas,
ella con la mano tapándose la boca,
su marido desplomándose sobre ella.

Estas son las flores que compramos
por la mañana, las dalias arrojadas
sobre su tumba y las campanas
esperando con las lenguas cortadas
este silencio singular.




En "De la nieve, los pájaros"
     

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