13.10.16

Paola Drigo. Maria Zef


Eran dos mujeres, una carretera y un perro. Caminaban junto a la margen del río, tras el atardecer, hacia una gran aldea de la otra orilla, desde la que apenas se veían brillar unas cuantas luces. 
La carreta de dos ruedas, cargada de cazos, cuencos, càndole y candolini, y de otros objetos de madera, la arrastraba una de las mujeres que, atada a las varas con una correa que le pasaba por debajo de las axilas, tiraba de ella animosamente sorteando los socavones y el barro del camino.
Pese a su altura, su corpulencia y los hombros anchos de una mujer montaraz, era, en realidad, más una niña que una mujer, de apenas trece o catorce años, con una carita redonda e ingenua y dos bellos ojos azules de expresión infantil.


Principio de "Maria Zef"

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