20.12.16

Sharon Olds. Nulípara

Sentados, la última mañana de mi visita,
cómplices, cruzamos y volvemos a cruzar
las piernas. De pronto, ve un hilo
que cuelga del puño de mi camisón y dice
Quédate ahí! y se apresura a buscar algo
en su cajón. Extiendo mi muñeca,
él mira fijo el puño, sus iris
esferas de materia engastada.
Abre la tijera pesada, con trabajo
logra apresar el hilo entre sus hojas de bronce
del color de la tinta, a cada lado
del hilo: quiere lograr un trabajo perfecto,
hacerme un favor al final de su vida.
Al fin, con un movimiento,
corta: suspiramos.
Bebemos café, lo sentimos
entrar en nosotros. Él sabe
que cuando muera vivirá en mí,
que lo llevaré conmigo como su madre
sin saber si algún día alumbraré.




De "El padre"

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