10.3.17

Delmira Agustini. Mi oración

Mi templo está allá lejos, tras la selva huraña.
Allá salvaje y triste mi altar es la montaña,
mi cúpula los cielos, mi cáliz el de un lirio;
allá, cuando en las tardes lentas, la mano extraña
del crepúsculo enciende en cada estrella un cirio,

por entre los fantasmas y las calmas del monte,
va mi musa errabunda, abriendo un horizonte
en cada alemán... Hija del Orgullo y la Sombra,
con los ojos más fieros e intrincados que el monte,
pasa, y el alma grave de la selva se asombra.

Y allá en las tardes tristes, al pie de la montaña,
serena, blanca, muda, con esplendores de astro,
erige la plegaria su torre de alabastro...
Y es la oración más honda para mi musa extraña,
tal vez porque hay en ella la voz de la montaña
y el homenaje mudo de la natura grave...
Es la oración del alma, flor grandiosa y huraña
de los grandes desiertos. En los templos no cabe.




De "El libro blanco"
    

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