Y por todas partes la vieja carencia. Una melodía suavísima, tierna hasta el llanto. Una melodía que impulsa a tirarse al suelo y comenzar a llorar hasta la muerte de la eternidad. Por todas partes una herida inmemorial, una insatisfacción angélica, algo con plumas y con espumas, algo sin palabras, anterior a la palabra.
De los Diarios
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