17.5.17

Elena Ferrante. Las deudas del cuerpo

Vi a Lila por última vez hace cinco años, en el invierno de 2005. Paseábamos muy de mañana por la avenida y, como nos ocurría desde hacía mucho tiempo, no conseguíamos sentirnos cómodas. Recuerdo que solo hablaba yo, ella canturreaba, saludaba a la gente que ni siquiera le contestaba, las raras veces en que me interrumpía se limitaba a pronunciar frases exclamativas, sin nexo evidente con lo que yo decía. A lo largo de los años habían pasado demasiadas cosas feas, algunas horribles, y para recuperar la confianza tendríamos que habernos confesado pensamientos secretos, pero yo no tenía fuerzas para encontrar las palabras, y a ella, que tal vez sí las tenía, no le apetecía, no le veía la utilidad.


Principio de "Las deudas del cuerpo"
    

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