3.10.17

Azalais de Porcairagues. Canción

Henos aquí llegados al tiempo frío,
con las heladas, la nieve y el fango,
y el pajarillo se queda callado
porque nadie se aventura a cantar;
están secas las ramas de los árboles
porque ni hojas ni flores les brotan;
ningún ruiseñor canta,
él, que por mayo, cada año nos llama.

Tan desilusionado tengo el corazón,
que de todo me siento distante
sabiendo que he perdido
más de lo que he obtenido;
si las palabras me faltan,
es de Orange de donde viene el pesar,
he aquí por qué estoy turbada
y pierdo en gran parte el sosiego.

La señora dirige muy mal su amor
si a un rico hombre lo da
más en alto que un calvasor
y la que lo hace loca está.
De hecho, Ovidio lo dice,
que amor y riqueza juntos no van
y la señora que no escoge
me parece vulgar.

Tengo un amigo de gran valor
que por encima de todos destaca;
y este no tiene el corazón traidor
hacia mí, porque su amor me da.
Confieso que el mío le pertenece
y a quien dice que no es cierto,
Dios le dé mala suerte,
porque yo estoy bien segura.

Bello amigo, de buen grado,
a vos me comprometo para siempre,
a vos, cortés y de bello semblante,
con tal de que no me pidáis el mal.
Bien pronto iremos a la prueba,
por la que estaré a vuestra merced,
pero vos me habéis prometido
no pedirme faltar a la palabra.

A Dios confío a Bella-Mirada
y también la ciudad de Orange
y la Glorieta y el Castillo
y el señor de Provenza
y todos aquellos que allí quieren mi bien
y el arco donde se muestran las hazañas.
Perdí al que tiene mi vida
y para siempre estaré afligida.

Juglar de corazón alegre,
hacia Narbona llevad allá mi canción
con la despedida,
a ella a la que guían alegría y juventud.


En "Las trovadoras. Poetisas del amor cortés"

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