agita su envoltorio, la luna
desciende del árbol sin lugar alguno a donde ir.
Mi paisaje es una mano sin líneas,
los caminos se intrincaron en su nudo,
el nudo que soy yo misma,
yo, la rosa que tú coges -
este cuerpo,
este marfil
sagrado como el llanto de un niño.
Como una araña, me pongo a tejer espejos,
fieles a mi imagen,
engendrando nada más que sangre -
pruébala, roja oscura!
Y mi bosque
mi funeral,
y esta colina y este
relucir con las bocas de los cadáveres.
De "Árboles en invierno"
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