9.11.17

Anne Sexton. La tierra se precipita

Si yo pudiera echarle la culpa de todo a la atmósfera,
la nieve como una mesa de disección,
los árboles que se tornaron agujas de hacer punto,
el suelo, duro como un bacalao helado,
el estanque con su bigote de helada.
Si yo pudiera decir, esto es lo culpable,
si yo pudiera culpar a los corazones de los extranjeros
que enfundados recorren a zancadas las calles,
o los perros de cualquier color,
que se olisquean
y se mean en el umbral...
Si yo pudiera culpar a la guerra de la guerra
donde su fuego me estropajea el cabello...
Si yo pudiera culpar a los ejecutivos
y presidentes por
sus imperdonables cantos...
Si yo pudiera culpar a todos,
madres y padres del mundo,
ellos con sus lecciones, sus bolas de poder,
ellos con el corazón que te envuelve como masa...
Culpar quizás incluso a Dios?
Él, comienzo de todo,
que nos empujó a nuestros primeros errores?
No, culparé al Hombre
pues el Hombre es Dios
y el hombre está consumiendo la tierra
como una barra de caramelo
y a ninguno se le puede dejar solo con el océano,
pues ya sabemos que lo vacía hasta el fondo.
Las estrellas (posiblemente) están a salvo.
Al menos de momento.
Las estrellas son peras
que nadie puede alcanzar,
ni partes una boda.

Tal vez para una muerte.



De "El horrible remar hacia Dios"
    

No hay comentarios: