Había una vez una mujer. Tenía treinta y tantos años y era muy famosa, en cierto sentido. La verdad es que no pretendía serlo: sencillamente, la fama le había llegado si demasiado esfuerzo por su parte. A veces pensaba en eso, un tanto perpleja, y se decía: "Esta soy yo, Jenny Jamieson, y todo el mundo sabe quién soy".
Principio de "Un día en la vida de una mujer sonriente"
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