10.1.18

Françoise Sagan. Ay! cómo se había equivocado...

Ay!, cómo se había equivocado durante todo este tiempo! Pero en fin, qué ser humano, poderoso o miserable, no se ha levantado al menos alguna vez en su vida con el corazón latiéndole, aterrado ante la precariedad de las cosas, la fragilidad de los suyos y su muerte ineludible? Qué ser humano, nacido por azar como todo el mundo o, poniéndose en lo mejor, deseado por un padre y una madre, no se asustaría ante la idea de esta vida tan dependiente de sus pobres capacidades, físicas o mentales que, por supuesto, hubiera deseado diferentes? Distintas. Claro, todo esto se sabe, y morir ahora mismo o más tarde no es ningún drama. Claro. Nuestro espíritu se ha acostumbrado a la muerte, pero para más adelante, siempre para más adelante, lo que da cierto sosiego a sus temores. Y el quid, lo doloroso, es morir enseguida. Esto, esto es intolerable.


De "Un disgusto pasajero"
    

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