27.1.18

Marianne Larsen. Fábula

Cuando la gente se despierta por la mañana en sus aisladas células familiares
con un raro sabor de canciones de libertad en la boca,
se despierta también su vacío.
E inmediatamente el vacío empieza a alegrarse de ver
a la gente desaparecer en la oscuridad camino de las máquinas que esperan
para poder tener las habitaciones y cosas de familia para él solo.
Espera invisiblemente tenso.
Cuando está seguro de que todos la madre y el padre y los niños
se han marchado
salta como un duende de una caja y se pone a fisgar y a
mandar. Nadie sabe lo perverso que es el vacío.
El vacío que se queda en las casas privadas cuando la gente ha salido.
Fisga las cartas y los armarios de la gente, se prueba toda la ropa
mirándose y remirándose en todos los espejos.
El vacío tiene luz cuando la gente no está en casa.
La gente odía al vacío y el vacío odia a la gente. El tiempo
que están obligados a estar juntos es un tormento. Pero cada uno
se traga sus propias aversiones. El vacío se las traga
porque sabe que le espera una mañana feliz cuando la gente
desaparece de su vista todo un día de trabajo. Pero por qué se guarda
la gente su aversión por el vacío en su interior, ellos
no siempre pueden esperar una alegre mañana lejos de él en la oficina
y en las fábricas. No, pero en las fábricas pueden aprender
a estar unidos, y cuando están unidos no notan tanto
el vacío. La gente habla siempre de unirse para alejar
el vacío de sus casas y trabajos.


[Handlinger, 1976]


En la antología de "Poesía nórdica"
    

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