27.3.18

Adrienne Rich. Los de edad madura

Seguros como un interior
De azulejos holandeses y de alfombra oriental,
Con la frutera siempre colmada irguiéndose
A la luz de la plácida tarde, sus rostros,
La mesura de sus voces,
Sus siluetas en movimiento en el jardín dominical
Para servir el té afuera o podar las plantas,
Sus rostros angustiados nos rondaban. Porque ser
Joven era siempre vivir en el hogar de otros
Cuya paz, si la ansiábamos, había sido forjada por ellos,
Y era nuestra, pero de segunda mano, y por poco tiempo.
La rutina era de aquella casa, no nuestra, el sol
Empalideciendo las cortinas fortunistas azul argentado,
Recuerdos de una fiesta navideña
De catorce años atrás... todo reminiscencias,
Signos de posesión y de ser poseídos,
Que disfrutábamos, tensos de envidia. Eran tan amables,
Nos hubiesen dado cuanto quisiésemos; la fuente de frutas
Colmada para nosotros. Había un cuarto arriba
Que debemos llamar nuestro; pero no pudieron darnos
Veinte años de vida. Nunca hablaron
De la burda mancha en esa pulida balaustrada,
De la grieta en la ventana del estudio, o las cartas
Bajo llave en el cajón, y la llave destruida.
Debimos comprender esto, cuando regresamos tarde,
A nuestro propio tiempo. Cómo se forjó esa paz,
En qué términos, con cuanto silencio...


   

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