porque no me placen tanto ni Alamanda ni Giscarda,
porque, con sus bellos ojos, tan gentilmente me mira
que parece darme su amor; pero me hace esperar demasiado.
Porque el bello mirar
y mi placer
retiene y la bella sonrisa guarda.
de forma que ninguno se los puede quitar.
Señor Jordán, si os dejo Alemania,
Francia y Poitiers, Normandía y Bretaña,
bien debéis dejarme sin protestas,
Lombardía, Livorno y Lomaña.
Y si me ayudáis,
diez veces más lo haré yo
con quien es ajena
a toda vil cualidad.
Espejo de valor,
que honor poseéis,
que nunca por un villano se quiebre
el amor en que me tenéis.
No quisiera ser, para Bernardo, señora Bernarda,
ni ser llamada, por el Señor Arnaldo, Señora Arnalda,
y muchas gracias, señor, ya que agrada
haberme nombrado en compañía de tales damas.
Quiero que me digáis
cuál es la que os place más
sin secretos escondidos
y el espejo en que os miráis.
Porque el espejo y el no ver
quiebran tanto mi canto que casi lo desentonan,
pero cuando recuerdo lo que mi nombre recuerda,
en buen acuerdo todo mi pensamiento concuerda.
Pero pienso en dónde
habéis puesto vuestro corazón,
que ni su casa ni su tierra veo
porque lo calláis.
En "Las trovadoras. Poetisas del amor cortés"
No hay comentarios:
Publicar un comentario